Las montañas de los guirres.


Como pechos de mujer hermosa
encabritadas  sobre el llano de la planta,
con una cañada en su centro
por donde se ve el mar
se asoman las montañas;

quiero divisar en su liquida llanura
unos ojos azules, una boca ardiente,
un cabello rizado como sus olas
y una voz que delata ternura ; 

sus formas surcadas por la historia
retienen del pasado viejas plantas,
que miran con secas miradas
desde el árido suelo donde lloran;
                                                          
en ellas puede leerse su lejana historia 
cuando fueron traje verde de primavera,
que aún guardan leña de su rendido paso
por la vida, cuando fueron esmeraldas y flores.
   
Hace tiempo fueron precioso y verde pasto
del ganado ovino y cabrío,
hoy solo seco silencio llevan como vestido
cubriendo sus formas, con recuerdos de antaño;

Alguien quiso ver en ellas, la silueta
de unos hermosos pechos de mujer,
por ello muchos,  hoy como ayer
llaman,  tetas de la mujer güimarera.

Hacen muchos años se llamaron,
montañas de los guirres,
porque surcaban el aire águilas con ese nombre
que comían restos de animales muertos;
eran zonas de pastos de los guanches, 
lo que ahora es, solo  un esqueleto de plantas muertas.

Jecego. Lunes 29 de enero del 18.

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